Día 1: vuelos a Praga

Otro viaje en el que el despertador suena durante la madrugada, ni más ni menos que a las 3’25. Alrededor de las 4 estábamos saliendo de casa con las maletas cargadas en nuestro coche; lo que cuesta cerrar una casa cuando te vas de viaje.

Como a esas horas no hay nadie en la carretera, a las 4’15 ya estábamos en el  Aeropuerto, aparcamos (días anteriores habíamos reservado el parking de Aena), entramos a la terminal y facturamos en un momento, también pasamos el control rápidamente.

A esas horas solo hay abierta una cafetería, así que allí fuimos a desayunar y hacer un poco de tiempo (dos cafés y dos croissants 6’20 €), el embarque fue rápido, y salimos unos 10 minutos antes de su hora, que era las 6’15; durante el vuelo tuvimos alguna turbulencia pero no muy importante, y llegamos también unos 10 minutos antes de su hora, que era las 8’40.

En Frankfurt estaba lloviendo, pero no hacía excesivo frío, teníamos alrededor de cuatro horas de escala, así que fuimos a tomar algo, en Hausmanns una cerveza, un refresco y un pretzel, 9’90 € (hay que decir que el pretzel está bastante rico); estuvimos en el mismo sitio que el año pasado en la escala hacia Atenas. Afortunadamente con datos se hace más entretenida la espera en los aeropuertos, después dimos una vuelta por las tiendas, pero no es algo que a nosotros nos guste, solo lo hacemos por pasear. Luego en Perfect Day, decidimos comer un bocata a medias, nos pedimos una focaccia a la milanesa y un refresco, 11’25 €, la verdad que el bocata calentito y muy rico.


Y ya se hizo la hora de embarcar, entonces ya no llovía, y aunque el vuelo iba completo salió puntual a su hora, la 1’00 y tras un vuelo corto y tranquillo, llegó puntual a su hora a Praga, las 2’00.

La maleta tardó un poco en salir, luego fuimos a buscar a nuestros conductor (en la reserva de Booking teníamos el transporte privado gratuito) que nos estaba esperando, no recodamos que coche era (solo que era un Renault), pero un buen vehículo, cómodo, limpio y confortable.

En algo menos de media hora llegamos al apartamento que iba a ser nuestra casita en Praga, en pleno centro teníamos el 4 ARTS SUITES, el check-in lo habíamos hecho unos días antes on-line, así que solo tuvimos que pagar. Nos instalamos en 5 minutos y aprovechando que no llovía casi, dimos una vuelta.


Fuimos directos a la STAROMĚSTSKÉ NÁMĚSTÍ (a menos de cinco minutos de nuestro pisito), la plaza turística por excelencia de Praga, donde se encuentra la Iglesia de Týn y la Torre del Ayuntamiento con el famoso Reloj Astronómico.





Llegamos a tiempo de ver los muñequitos que salen cada hora junto al reloj, hay gente que esto le puede decepcionar, pero es que lo maravilloso de este reloj más que los muñequitos, es la cantidad de información que hay en sus esferas; era domingo y a pesar de estar lloviendo había mucha gente.

Como en un momento ya se había hecho casi de noche, fuimos a comprar a un supermercado (Billa), provisiones para desayunar; luego regresamos a casa, dejamos la compra y salimos de nuevo.

Aunque seguía lloviendo un poco, regresamos a STAROMĚSTSKÉ NÁMĚSTÍ, para contemplarla con la bonita luz azul del atardecer.





Decidimos buscar sitio para tomar una cerveza, pero como se puso a llover nos metimos en uno de los primeros que encontramos, Pivovar U Supa, la cerveza de medio litro costó cada una alrededor de unos 3 € al cambio (luego descubrimos que ese precio era caro para la ciudad); el local era muy agradable, pero al final con el calorcito nos estábamos durmiendo, así que nos fuimos.


Aunque era pronto, decidimos ir paseando a uno que habíamos elegido para cenar, que estaba a unos 15 minutos, U Fleků, del que habíamos leído buenas críticas; aunque nos dieron mesa en un momento, a pesar de que el local estaba bastante lleno, la llegada fue un poco estresante. Aun no nos habíamos acabado de quitar las chaquetas, ya teníamos la cerveza, además era negra (resultó estar rica) e inmediatamente apareció otro camarero con un chupito, le dijimos que no, insistió en que era típico aperitivo, pero como vimos que todas las  mesas de alrededor tenían (luego nos dimos cuentas que todos turistas también) pues no nos negamos, por lo menos estaba rico; la cena nos la trajeron en nada, así que como buenos guiris a las 7’30 ya estábamos cenando; pedimos un par de platos de carne de cerdo, que junto las cervezas y los licores costó 754 Kč (30’07 €).




Personalmente no lo recomiendo para nada, te van metiendo prisa desde que te dan mesa y te pasas toda la cena estresado, casi no puedes elegir plato tranquilamente, te imponen un licor para que suba el precio de la cuenta (valía cada uno unos 3 €) y además utilizan los salones más feos que tienen, cuando uno de sus atractivos son algunos de sus salones.

Al salir ya no llovía, así que regresamos tranquilamente paseando a nuestro pisito; aunque había gente a esas horas la ciudad estaba mucho más tranquila y pudimos contemplar el Reloj Astronómico sin apenas gente, de noche es muy bonito también.


A las 9 ya estábamos en casa, estuvimos un rato con los móviles, pero nos fuimos pronto a dormir, estábamos agotados; habernos levantado a las 3’30 de la madrugada, nos pasaba factura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario