Día 10: Budapest

El días estaba bastante bien y hacía sol, así que comenzamos a nuestra hora habitual, las 9 de la mañana. Cogimos el metro hasta Széchenyi fürdő (la misma parada que ayer para ir al Balneario), y fuimos hasta el CASTILLO DE VAJDAHUNYAD (Vajdahunyad Vára) construido a finales del siglo XIX en una mezcla de estilos románico, gótico y renacentista-barroco; su nombre proviene de su fachada principal que es una copia del castillo de Hunyad en Transilvania. Si se tiene tiempo merece la pena acercarse al Castillo.













Justo al lado se encuentra la PLAZA DE LOS HEROES (Hősök Tere), en el centro el Memorial del Milenio, construido en 1896 para celebrar los mil años de la fundación del país; las figuras del centro son las estatuas de los líderes de las siete tribus magiares que fundaron Hungría, y a los lados otras personalidades importantes de la historia húngara. Sobre una columna de 36 metros, está el arcángel Gabriel que tiene en sus manos la cruz doble apostólica y la corona húngara.




Museo de las Artes, se encuentra en los alrededores de la Plaza de los Héroes

Desde allí comenzamos a recorrer  tranquilamente paseando, la AVENIDA ANDRÁSSY (Andrássy út), que fue construida en la segunda mitad del siglo XIX, por el primer ministro, el conde Gyula Andrássy; en ella hay bonitos y majestuosos edificios.


También bajamos un momento al metro para hacer unas fotos, por esta zona las estaciones son todas iguales de azulejos y madera.




En esta avenida se encuentra la CASA DEL TERROR (Terror Háza), este museo rinde homenaje a los ciudadanos prisioneros, torturados y asesinados en este lugar. Abierto en 2002, es un símbolo destacado de la historia de medio siglo antes de la caída del régimen comunista. Horario martes a domingo: 10 a 18. Precio: 3.000 Ft (unos 9 €), sólo se puede pagar en metálico; a nosotros nos vino justo poder pagar, a estas alturas ya nos quedaba poco dinero en metálico. Tienen audio guía en español que ya no pudimos coger por no tener más dinero en metálico, y menos mal, porque era una tablet y la verdad que ir cargado con semejantes armatoste debía ser una incomodidad, su precio 1.500 Ft (unos 4’5 €). Lo que está muy bien es que puedes dejar gratuitamente las chaquetas en un guardarropa, y los bolsos y mochilas en taquillas. No se pueden hacer fotos, y lo vigilan mucho.

La estrella de la derecha es el símbolo de los comunistas y la cruz flechada el de los nazis húngaros


En la planta baja hay un tanque y un par de enormes losas de mármol que homenajean a los que aquí perdieron la vida. El museo comienza en el segundo piso, introduciendo a los visitantes en la ocupación nazi y posteriormente soviética; luego en el primer piso encontraremos salas de interrogatorio (a las que se referían como “gimnasio”) y de propaganda; y un ascensor te baja al sótano donde hay celdas de castigo reconstruidas y otras celdas en la que indican quien estuvo allí.

En la calle justo enfrente, un trozo del muro de Berlín y el Monumento de la Cortina de Hierro, en recuerdo de los años de asfixia bajo el telón de acero.



Seguimos andando hacia el centro por la Avenida Andrássy, pero los edificios ya no tenían la espectacularidad del principio.

Teníamos intención de visitar el Museo del Ferrocarril Subterráneo, situado en uno de los tramos originales y que rememora la historia del primer tren subterráneo del continente europeo, que inaugurado en 1896 es el segundo más antiguo del mundo; su histórica Línea 1 fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2002. Horario martes a domingo: 10 a 17. Precio: 300 Ft. Pero no pudimos entrar porque no admitían pago con tarjeta, y a nosotros en metálico ya no nos quedaba ni eso.

Por la plaza Deák Ferenc tér, en Pizza Me comimos unos trozos de pizza, que junto un par de refrescos nos costó 2.670 Ft (7’90 €); las pizzas bastante ricas.

Luego en Mon Cheri nos tomamos unos capuchinos y un una cookie gigante,  que nos costó 1.770 Ft (5’24 €), mientras hacíamos tiempo para el tour gratuito del comunismo; pero viendo la web de Paseando por Europa, descubrimos que en realidad había sido por la mañana y que por la tarde solo estaba el del barrio judío que era de pago. Resultó que nosotros habíamos estado mirando el folleto que nos dieron el primer día, pero no coincidía con la información de la web, cosa que nos pareció fatal, para eso mejor que no hubieran dado ningún folleto.

En estos países hacen unos capuchinos bastante ricos

Como no podíamos hacer el tour del comunismo, estuvimos pensando otras opciones, una de ellas fue subir a Gellert, pero el día estaba ventoso y ese monte está bastante alto; de hecho durante la mañana intentamos subir al mirador de la Basílica de San Esteban, pero por el viento estuvo cerrado.

Al final nos acercamos a la Fuente del Danubio, allí mismo reservamos por internet, el Tour Barrio Judío con Paseando por Europa (los mismos que el tour gratuito del primer día), valía 12 € por persona y duraba algo más de dos horas. Con este tour, conoces la historia de la comunidad judía húngara, te muestran por fuera las sinagogas más emblemáticas, entre ellas la Sinagoga de la calle Dohány, también la sinagoga ortodoxa de la calle Kazinczy y una mikve, el lugar donde realizan los baños rituales para purificarse. Nuestra guía acompañó el tour de muchas historias del gueto en el que los judíos fueron obligados a vivir, y también nos enseñó costumbres y tradiciones judías, algunas de ellas las desconocíamos.

Lateral de la Sinagoga calle Dolhany

Mural dedicado a Ángel Sanz Briz

Tras el tour nos acercamos al Danubio, para despedirnos de esa bonita imagen con el Puente de las Cadenas iluminado. Y luego cogimos el metro y nos fuimos al famoso Café New York, más que un café, es un museo, y sus cafés son caros, pero este edificio construido a finales del siglo XIX y reformado en 2006 para darle su majestuoso aspecto original, hace que merezca mucho la pena pagar esos precios por un café; actualmente es la cafetería del Hotel Boscolo. Nosotros pedimos un capuchino y un chocolate nos costaron 7.245 Ft (21’41 €), pero nosotros pensamos que fue una bonita forma de ponerle punto y final a nuestra estancia en Budapest.










De regreso a casa, paramos en el súper (Aldi) a comprar algo para picar más tarde, pues la verdad que no teníamos mucha hambre.

Al llegar tocaba el triste momento en el que hay que hacer la maleta para volver, lo teníamos todo revuelto y por todas partes, pero aun así nos llevó poco más de más de media hora, los años nos van haciendo expertos en este tema.

Luego descansamos un rato, picamos algo viendo la tele y bien pronto a dormir, porque mañana nos tocaba el mismo madrugón que al comenzar al viaje.

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