Día 6: Bratislava y Budapest

Tras las duchas, bajamos a desayunar sobre las 8’30 a Pán Cakes, pedimos un par de capuchinos y un par de creps, todo muy rico y nos costó 7’50 €. Luego tras acabar las maletas en un momento (al solo ser una noche, apenas las habíamos desmontado), bajamos ya con ellas, hicimos el ckeck-out, y las dejamos allí en la oficina.


Hay una iglesia, que sin estar lejos no está en pleno centro y suele estar casi siempre cerrada (más bien, es que sólo la abren para las misas), pero de todas formas nos acercamos para verla por fuera, la IGLESIA AZUL (Modrý Kostolík), en realidad es la iglesia de Santa Isabel de Hungría, construida entre 1907 y 1908, es uno de los edificios Art Nouveau más bonitos de la ciudad, pintada en varios tonos de azul, con algo de blanco para dar contraste. Horario lunes a sábado: 6’30 a 7’30 (misa 7) y 17’30 a 19 (misa 18). Horario domingo: 7’30 a 12 (misas 8, 9’30 y 11) y 17’30 a 19 (misa 18). Por lo menos tiene una ventanita desde la que puedes ver su interior, pero aunque sólo sea para verla por fuera merece la pena acercarse, es muy bonita.





El interior visto desde la ventanita

Regresamos hacia el centro, vimos todos los rincones del AYUNTAMIENTO VIEJO (Stará Radnica); incluso llegamos a ver los animales míticos como dragones o murciélagos, cuya función era ahuyentar a los malos espíritus. Muy bonitas las tejas de colores.

El Ayuntamiento Viejo visto desde la parte trasera






Subimos a la TORRE DEL ANTIGUO AYUNTAMIENTO (Veža Starej radnice), es un ascenso muy ligero porque no hay muchos escalones, pero desde su torre de 45 metros de altura hay bonitas vistas. Horario martes a viernes: 10 a 17. Horario sábado y domingo: 11 a 18. Precio solo torre: 2’50 €.




Luego compramos algún regalito, yo encontré una jarra algo diferente, no me gustan esas tan grandes de cerámica; encontré una de cristal, no muy grande y muy mona.

Pasamos por la PUERTA DE SAN MIGUEL (Michalská Brána), construida en el inicio del siglo XIV, es uno de los edificios más antiguos de la ciudad, y es la única puerta que se conserva de las fortificaciones medievales que rodeaban la capital eslovaca; su aspecto actual se le debe a la reforma barroca de 1758, y su nombre a la estatua de San Miguel con el dragón que la corona. Justo debajo se encuentra el kilómetro cero de Eslovaquia. Al cruzar la puerta no se debe hablar porque hay una leyenda dice: “quien no pasa en silencio, morirá en un año y un día”.



Paseamos por las mismas calles que la tarde ayer, y aunque había algún momento donde vimos bastante gente, siempre encontrábamos rincones sin gente.

El lugar donde estaba la Puerta de Laurin








También paseamos por las calles Kapitulská, Prepoštská, Farská y Na vŕšku, habíamos leído que merece la pena dar un paseo por ellas, pero la verdad que nosotros no las encontramos interesantes, es una zona en el centro de la ciudad que todavía está en bastante mal estado.




No teníamos muy claro que comer, pero al pasar por una pizzería, I Love Pizza, como vimos sitio en una mesa entramos, pedimos unos trozos de pizza y comimos tan ricamente por 7 €.

Y ya nos despedíamos de Bratislava, con una última foto en la PLAZA PRINCIPAL.


Cerca de casa teníamos el Palacio Grassalkovich, que fue construido en 1760 para el presidente de la Cámara Real Hungara (conde Anton Grassalkovich), asesor de la emperatriz María Teresa; y desde 1996 es la residencia del presidente de Eslovaquia.


Luego volvimos al sitio donde habíamos desayunado y que tanto nos había gustado, Pán Cakes, pedimos un capuchino, un chocolate y un par de creps, 9’30 €; así mientras hacíamos tiempo para la hora de irnos y ya estábamos al lado de la oficina.


A las 3 recogimos las maletas y pedimos un Uber para ir a la estación de autobuses (Autobusová stanica, situada en Bottova 7); llegamos en 10 minutos, y nos costó 3’69 € propina incluida.

Llegamos con tiempo de sobra, así que todavía esperamos un rato a que fuera la hora de irse hacia nuestro andén. Para ir a Budapest utilizamos Flixbus, el viaje fueron alrededor de tres horas a pesar del caótico tráfico de entrada; los billetes los compramos días antes y nos costaron los dos 22 €.

Una vez en Budapest, bajamos en la estación de Népliget (que es última), y pedimos un Bolt para ir a nuestro nuevo pisito; tardamos unos 20 minutos en llegar y costó 3.400 Ft (10’05 €).

Para entrar en nuestro nuevo pisito, CENTER STUDIO, días antes nos habían dado las instrucciones y los códigos, uno para abrir la puerta de la calle y otro para abrir el cajetín donde estaban las llaves; dejamos las maletas, revisamos que todo estuviera bien y funcionara correctamente el wifi, y nos fuimos a un súper cercano (Lidl) a comprar provisiones para los desayunos; el súper era bastante pequeño y además había mucha gente.

Regresamos a nuestro pisito, dejamos la compra, deshicimos las maletas y ya nos fuimos a cenar.

Era viernes y el primer sitio que fuimos estaba lleno, así que fuimos a otro algo más lejano (unos 10 minutos más menos), en Bamba Marha Burger Bar sí que nos pudimos sentar, pedimos unas hamburguesas y unas cervezas, que costó 5.850 Ft (17’29 €); la verdad que las hamburguesas estaban muy ricas y jugosas.


Luego regresamos paseando por las imponentes avenidas, una vez en casa, un poco de internet y televisión, antes de ir a dormir. Mañana nos esperaba conocer una nueva ciudad, sí “la perla del Danubio” había sido nombrada en 2019 como Mejor Destino Europeo, sería por algo.


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